Creo que todo tiene un final y creo que lo mejor es dejar de publicar entradas en blogs. No dejaré de escribir, ya que ni quiero ni puedo, pero sí de mostrar públicamente los textos que escriba. Puede que sea un error o un acierto, pero creo que es lo mejor. De todas formas no había casi nadie que lo leía, así que me cuesta todavía menos deshacerme del blog. No lo voy a eliminar, pero sí lo dejaré inactivo, posiblemente hasta el fin de los tiempos.
Un placer haber compartido mis textos con vosotros y que en algún que otro caso me hayáis comentado con vuestra opinión. Gracias por todo.
Hasta siempre.
Into your mind.
Cachitos de corazón y cabeza plasmados en palabras y fotografías.
viernes, 6 de febrero de 2015
domingo, 1 de febrero de 2015
Nací.
jueves, 29 de enero de 2015
Vuelta a las andadas.
He vuelto a recordarte, ahogándome en los recuerdos, en la almohada empapada de lágrimas, en tu olor aún metido en mi pecho. Me gustaría inundarme entre tus brazos, navegar a la deriva y encontrar islas desiertas donde acampar hasta que la tormenta amaine.
¿Sabes? He vuelto a recordarte y aún no sé por qué. O sí lo sé y no me gusta alardear de que un día casi fuiste mío y ya no. Sólo me queda escribirte, mandar la carta a la luna y que ella te regale un suspiro y caricias.
No debería haberte recordado, no debería habernos recordado compartiendo las carcajadas que más felicidad desprendían del mundo; ni a ti, ni a mí, ni a las noches de películas, sofá, muchos besos y bueno, quizá no tanta película.
He de decir que si vuelvo a recordarte, no dudes en venir a buscarme y volvernos locos juntos, corriendo a pleno pulmón y gritando lo más rápido que podamos.
He vuelto a recordarte.
He vuelto a las andadas.
lunes, 5 de enero de 2015
Volando acordes.
Acaricié las cuerdas de la guitarra como quien pisa la Luna por primera vez, con cuidado pero eternamente feliz. Miré mis ojos a través del espejo que tenía delante y en seguida lo supe: la guitarra era la mejor vía de escape que podría haber elegido. Empecé a tocar mi canción favorita acorde a acorde y todo se volvió rosa. No rosa literalmente, pero sí la vida tomó otra forma (o fui yo quien la empezó a ver de distinta manera). Los problemas que me atormentaban fueron desapareciendo, volando lejos con cada acorde de guitarra que mis dedos pronunciaban.
Volví a mirar al espejo: sí, aquello me hacía feliz.
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