domingo, 13 de abril de 2014

Nada más que la vida.


Ves cómo se te escapa de las manos, cómo te pide un respiro, un poco de calma. Se desgasta como las ruedas de un coche al andar, como se consume un cigarro con cada calada, como se acaba un café con cada sorbo. Te dice que pares de hablar y empieces a escuchar. Suspira por cada rincón y se cuelga de la manecilla del reloj, fuerte. Llora de impotencia y después te sonríe para hacerte ver que se puede. Desvanece y muere en cada intento, pero no quieres escucharla. Se va yendo poco a poco, arrastrándote con ella.

1 comentario: