Con los dedos cruzados volví a pronunciar un “debo quererme". Con la cabeza bien alta y mirada fuerte. ¿Que cómo es una mirada así? Bien, es simple: como un pájaro que vuela al cambiar de estación y no sabe dónde va, pero sí ansia un lugar mejor, más cálido.
Escribí en el espejo “estás más guapa con una sonrisa" con pintalabios rojo y decidí dejar de ver defectos para ver lo mejor de mí.
Desgraciadamente fallé. Fallé como ocurre siempre. Acabé por borrar la frase del espejo. Triste, sí, pero no más que una sonrisa sin querer ser dibujada.