martes, 30 de septiembre de 2014

Misión fallida.

Con los dedos cruzados volví a pronunciar un “debo quererme". Con la cabeza bien alta y mirada fuerte. ¿Que cómo es una mirada así? Bien, es simple: como un pájaro que vuela al cambiar de estación y no sabe dónde va, pero sí ansia un lugar mejor, más cálido.

Escribí en el espejo “estás más guapa con una sonrisa" con pintalabios rojo y decidí dejar de ver defectos para ver lo mejor de mí.

Desgraciadamente fallé. Fallé como ocurre siempre. Acabé por borrar la frase del espejo. Triste, sí, pero no más que una sonrisa sin querer ser dibujada.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Lágrimas transparentes.

Hoy no ha salido el sol, no ha brillado como normalmente lo hace. Hoy las nubes han teñido de gris el día, haciéndonos retorcer lentamente.
No, hoy no es un buen día.

Los muertos se han levantado para llamarme “hermana", me han hecho su esclava. Me han llevado a lo más profundo mientras lloraba dolor.
No, no es un buen día.

Hoy notaba en cada paso la ausencia de una sonrisa sincera o de una risa no automática que marque la línea triste de la vida.

Cualquier mínimo detalle me ha susurrado al oído que no era suficiente para los demás, que debía asentir callada, pero no mucho más.

He gritado con todas mis fuerzas pero en silencio un abrazo, he pedido mil lunas por que el día reluciese, pero cada sonrisa fingida que dibujaba en la cara me recordaba que no había regalos para mí.

Está claro, hoy no es un buen día.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Aquella niña inocente.

Me planté frente al yo de hace 8 años e inocentemente me planteó preguntas que seguían sin estar resueltas. “Necesitaremos algún tiempo más", le dije.
Me preguntó sobre el amor, le respondí que había aprendido bastante, e incluso más de lo que me hubiese gustado.
Le aconsejé olvidarse de lo malo y echar adelante con lo bueno. “Si ni si quiera tú mismo lo haces", me contestó. Qué razón tenía y cómo me dolió escucharlo. Habló y habló sobre sus problemas; “ya tendrás más", puntualicé yo. Aquella niña, pequeña aunque con más cabeza que yo, me había hecho darme cuenta de lo mucho que me preocupaba de los problemas y lo poco que hacía por vivir de verdad. ¿Había dado un paso atrás? ¿Era esa mini-yo más lista? Mantuve conversaciones de horas y horas, sólo para ganarme su confianza y preguntarle “¿Cómo lo haces?". “¿El qué?", respondió ella. “Encontrar siempre algo que te haga seguir adelante, porque a mí se me agotan los motivos". “Piensa en ti", finalizó. Después de esa frase no quedó más que mi cuerpo y mente en un inmenso vacío en el que yo sola bailaba. Aquella niña, aquella yo de hace ocho años se había esfumado y sólo me había dejado esa lección.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Past doesn't change.

Ya no sé cómo hacer, no sé controlarlo; sigues siendo mi debilidad. Y fíjate, la primera vez que tus ojos chocaron con los míos mi corazón no latía tan fuerte como cuando ahora me rozas la cara con tu sonrisa (esa, esa que tan perdida me tiene). Pierdo la cordura y encuentro tu mirada como la más brillante. Hemos llegado hasta aquí sin nadie sabe cómo (o a lo mejor sí, pero es más bonito expresarlo así).

Guerra perdida.

“No podía ser. Otra vez no. ¡No!"
Y su sonrisa ganó la batalla.