jueves, 29 de enero de 2015

Vuelta a las andadas.


He vuelto a recordarte, ahogándome en los recuerdos, en la almohada empapada de lágrimas, en tu olor aún metido en mi pecho. Me gustaría inundarme entre tus brazos, navegar a la deriva y encontrar islas desiertas donde acampar hasta que la tormenta amaine.

¿Sabes? He vuelto a recordarte y aún no sé por qué. O sí lo sé y no me gusta alardear de que un día casi fuiste mío y ya no. Sólo me queda escribirte, mandar la carta a la luna y que ella te regale un suspiro y caricias.

No debería haberte recordado, no debería habernos recordado compartiendo las carcajadas que más felicidad desprendían del mundo; ni a ti, ni a mí, ni a las noches de películas, sofá, muchos besos y bueno, quizá no tanta película.

He de decir que si vuelvo a recordarte, no dudes en venir a buscarme y volvernos locos juntos, corriendo a pleno pulmón y gritando lo más rápido que podamos.

He vuelto a recordarte.

He vuelto a las andadas.

lunes, 5 de enero de 2015

Volando acordes.


Acaricié las cuerdas de la guitarra como quien pisa la Luna por primera vez, con cuidado pero eternamente feliz. Miré mis ojos a través del espejo que tenía delante y en seguida lo supe: la guitarra era la mejor vía de escape que podría haber elegido. Empecé a tocar mi canción favorita acorde a acorde y todo se volvió rosa. No rosa literalmente, pero sí la vida tomó otra forma (o fui yo quien la empezó a ver de distinta manera). Los problemas que me atormentaban fueron desapareciendo, volando lejos con cada acorde de guitarra que mis dedos pronunciaban.
Volví a mirar al espejo: sí, aquello me hacía feliz.