Ven, siéntate, hablemos de cómo pasan los segundos, los minutos, las horas, sin que nos demos cuenta. Casi sin ser conscientes de ello a veces. Te acuestas un lunes y ya es domingo. Hace calor, los campos ya florecen y llenan de alegría a cualquiera que pase por su lado, pero dentro de dos días volverá ese invierno que hará a todos quedarse en casa bebiendo chocolate caliente, resguardándose del frío bajo una manta.
Ven, toma una taza de té. Sabe bien, ¿verdad? Es de los mejores que he probado. Espero que comprendas que sólo lo sirvo a mis mejores visitas.
Ven, hablemos de la vida, de cómo te ha ido sin mí, de si has visto muchas lunas llenas flotando en la noche. Hace poco vi una que me recordó a ti; tan grande, tan bonita.
Ven, fumemos otro cigarrillo mientras me haces reír, como cuando eran buenos tiempos y no me separaba de ti. Esos tiempos en los que los días grises parecían mejores sólo con verte sonreír.
Ven, vamos a comernos el mundo como antes hacíamos, como cuando salíamos a la calle a hacer locuras, a gritar y a que nos miren raro mientras éramos felices.
Ven, cuéntame de ti. O te contaré yo: mis sonrisas no han vuelto a ser las mismas. Y hasta que no vuelvas de verdad y me digas que te quedas, no retornarán, no serán tan amplias ni desprenderán tantas ganas de vivir la vida.
Ven, dime que no, que no te vas. Que esta vez es para quedarte de verdad.
Quédate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario